Este gobierno, con sus recortes, ha conseguido algo antes inpensable: hacer perroflautas a los maderos. La policía ha salido a revindicar en la calle que se oponen a los recortes que a ellos les afectan. Dicen ser trabajadores como los demás, como nosotr+s. Pero a nosotr+s, a l+s comp+as de c.a.o.s., clase trabajadora, no nos la dan. No nos engañan. ¡¡Mierda pa ellos!! Bien sabemos que son los cerdos guardianes del régimen establecido. El cruzarnos con esa gentuza, con esos mierdas, con los policías, la pasada manifestación de los trabajador+s funcionari+s en Madrid, nos hizo a much+s abandonar la misma por pura nausea de compartir con esa escoria la calle. Aprovechamos para extender un texto de opinión, publicado en Kaos en la red, al respecto. ¡Arriba l+s que luchan! ¡Abajo el régimen!
¿Qué está ocurriendo? ¿La policía se une al pueblo en sus reivindicaciones?
Decía Balzac que «los Gobiernos pasan, las sociedades mueren, la
policía es eterna». Eterna parece la ingenuidad y la candidez de algunas
personas en las últimas veinticuatro otras. En verdadero estado de
histeria colectiva o enajenación mental transitoria trataban de
agarrarse a cualquier clavo ardiendo: «mirad un policía sonríe en la
foto», eso que es que están de nuestro lado y quieren la revolución o
«mirad se han quitado los cascos», está claro, están de nuestra parte.
Que disparates de esta índole provengan de la gente normal, esa gente
que comenzó a movilizarse a raíz del 15M es hasta cierto punto lógico y
de esperar, lo que me inquieta es que gente militante, gente que viene
de luchas anteriores, caiga en ese juego y hable en términos de una
hipotética revolución de los claveles a la española, obviando claro
está, la naturaleza de las fuerzas de seguridad españolas (herederas
directas del franquismo político y sociológico), obviando el proceso
histórico y en definitiva trazando un análisis de la realidad
distorsionado, ingenuo y sobretodo muy peligroso.
La famosa acampadita de funcionarios no es más que una protesta
corporativa organizada por un grupo llamado FUE (Funcionarios Unidos de
España), un grupo que huele tanto a derecha rancia que tira para atrás,
banderas españolas incluidas. La diferencia (para los que no lo
entiendan) entre una lucha obrera o social y una lucha corporativa es
que las primeras buscan una mejora general y colectiva mientras la
segunda, la corporativa, busca únicamente una mejora individual y
concreta, la de un grupo de personas muy delimitado. Y eso es lo que ha
ocurrido: los que el miércoles reprimían a palos a los mineros y
disparaban a bocajarro contra mujeres y ancianos o desahuciaban a otra
familia a porrazos, se han quedado sin paga extra de navidad y no podrán
comprarle la Play 3 a su hijo. Y ahora con más cara que espalda y todo
el cinismo del mundo, piden que les apoyemos en su lucha, en su lucha
por la paga.
Soy una persona que sabe perdonar y me considero en posesión de una
alta categoría moral, la misma que me diferencia de ellos. Pero mi
perdón no es un cheque en blanco y por su puesto tiene contrapartidas,
que pueden resumirse en que los afiliados del SUP:
- Denuncien en el Juzgado y en Asuntos Internos a los compañeros que se extralimitan en las manifestaciones, esos que disparan a bocajarro (y no hacia el suelo como indica la ley) contra menores, mujeres y ancianos.
- Denuncien también a los superiores que avalan sistemáticamente el incumplimiento de la ley que supone la no identificación en manifestaciones.
- Denuncien a los compañeros que falsean los atestados y las pruebas, para justificar las detenciones indiscriminadas y las agresiones; que dejen de mirar para otro lado.
Sólo entonces me plantearé que son compañeros y que estamos en la
misma lucha, pero yo, a diferencia de parte de la izquierda sofisticada,
no creo en cuentos de hadas y estoy seguro que esto no va a ocurrir. Lo
que sí sé, es que los mismos descerebrados que anoche se quitaban el
casco por orden directa de la inefable Cristina Cifuentes, mañana se lo
pondrán para reprimir salvajemente a mineros, a estudiantes o a
trabajadores en huelga. Tenemos una policía que bate el récord de
denuncias en el contexto europeo por parte de organizaciones como Human
Rights o Amnistía Internacional, esa misma policía que asesinó a Íñigo
Cabacas, esa misma policía de tintes definitivamente psicópatas que
apaleó a los alumnos del Lluís Vives en Valencia y nos llamó «el
enemigo», esa misma policía que confraterniza con las manifestaciones
nazis o de extrema derecha (en las que nunca hay detenciones o
disturbios y sí apretones de manos), esa misma policía a la que le vemos
llaveros con el águila franquista o que decora sus lecheras con
banderas de España y cruces célticas nazis, esa misma policía que golpea
a periodistas para impedir que informen de los excesos, esa misma
policía que sistemáticamente incumple la ley al no identificarse en
manifestaciones, esa misma policía que, asumiendo el discurso de la
extrema derecha, habla de los manifestantes de izquierdas en términos de
«guarros», esa misma policía que tortura en comisaría a jóvenes
independentistas o rebeldes y en los CIE’s directamente asesina a
inmigrantes sin papeles. En definitiva, esa policía española (incluidas
la ertzaintza y los mossos de esquadra) profundamente política. Es un
hecho probado y constatado mil veces que nuestras fuerzas de seguridad
del estado son profundamente políticas, en infinidad de ocasiones han
manifestado sus posiciones. Lo que algunos ingenuos no aciertan a ver es
que su posición dentro del eje político se encuentra muy a la derecha,
por eso ayer se quitaron los cascos y con los mineros disparaban
escopetazos echando espuma por la boca.
La lectura es peligrosísima: uno podría pensar que reprimen porque
sencillamente no tienen margen de maniobra y se dedican a obedecer
órdenes de los de arriba, porque es su trabajo, porque es su obligación y
no pueden cuestionarse nada. Pero que anoche se quitaran los cascos
para no reprimir a los suyos no es ningún halo de esperanza que indique
que se van a unir al pueblo como preconizan algunos ingenuos sino todo
lo contrario: pone de manifiesto que están dispuestos a incumplir la ley
si tienen que defender sus posiciones, unas
posiciones que ha quedado demostrado a lo largo de esta espiral de
movilizaciones, se encuentran muy a la derecha del espectro político. Y
eso es terrible y motivo de preocupación.
Pero es el drama de la izquierda transformadora, al carecer de
proyecto político se agarran a un clavo ardiendo, aunque ese clavo queme
y huela a podrido: huele a maniobra de la extrema derecha para hacerse
con el poder y frenar la ola de movilizaciones, huele a UPyD y huele a
República de Weimar. Tan mal huele que hasta los militares han dado un
puñetazo sobre la mesa, y esos mismos ingenuos que vuelven a obviar el
pasado antidemocrático de nuestras fuerzas armadas, saludan ese puñetazo
sobre la mesa creyendo que son de los nuestros y no haciendo un
análisis preciso de la realidad: los militares en este país no se van a
movilizar en aras del pueblo sino en aras de cortar de raíz esta ola de
movilizaciones que amenaza el estatus quo dominante.
Esos que ven sonreír a un policía y hablan de "crisis del régimen"
siempre fueron muy ingenuos, buenas personas y por ello ingenuas en
extremo. Son los mismo que abrazaron el 15M sin concesiones ni
perspectiva crítica, son los mismos que enarbolan la bandera del
pragmatismo extremo e inmovilista que nos dice «molaría otra cosa pero
es lo que hay» tantas veces escuchado en La Tuerka, son los mismos que
se creyeron el cuento de la revolución en Libia, son los mismos que ven
en el 15m posibilidades rupturistas con el régimen, y un largo etcétera.
Los mismos que tanto ansían el cambio que ven una manifestación y se
ciegan sin plantearse quién la convoca o cuales son sus objetivos. En
tiempos de bonanza económica, la mayoría de las manifestaciones son de
izquierdas; en tiempo de crisis aguda y de legitimidad del régimen, las
manifestaciones pueden albergar monstruos. Lo que verdaderamente me
inquieta es que, tras la irrupción de los mineros, parecía que la
espiral de movilizaciones se había radicalizado, parecía que mover y
levantar las manitas y regalar flores a la policía había envejecido de
golpe, parecía que la gente se posicionaba y empezaba a cuestionarse que
violencia no es tirar una piedra sino rescatar bancos con dinero
público mientras se ahoga a las clases populares, etc. Y justo en ese
preciso momento, las tesis más descalsadas del 15M (la policía también
es el pueblo, deben unirse, son trabajadores como tú, etc) vuelven a
emerger de golpe y con una fuerza arrolladora en tan solo veinticuatro
horas únicamente cuando un puñado de policías municipales se manifiestan
porque les quitan la paga y los antidisturbios se niegan a apalear a
sus compañeros. El que tenga ojos en la cara, que mire, el que no puede
seguir haciéndose pajas mentales.
Y que no cuenten conmigo, yo siempre estaré con los que estuve el
miércoles en la marcha minera: trabajadores, estudiantes, mineros,
precarios, funcionarios solidarios, profesores, yayoflautas... nunca con
el brazo armado del capitalismo.
A.C.A.B.
Texto extraido de Kaos en la red: http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/24898-la-polic%C3%ADa-no-es-tu-amiga.html