"La lucha y la solidaridad son el único camino".

C.A.O.S. (Asamblea por la Lucha Obrera de Alcorcón - Asamblea Autónoma de Trabajadores/as Madrid sur) queremos ser un punto de encuentro para la participación asamblearia y de carácter plenamente horizontal. Vemos necesario construir un espacio donde generar una respuesta conjunta por parte de colectivos, iniciativas, organizaciones y personas a título individual para hacer visible, de esta manera, la situación social y laboral generada tanto por los desmanes, como por los efectos intrínsecos al sistema capitalista.

La finalidad es conocernos, reflexionar y sobre todo, sentar las bases para el trabajo común, a través de la acción directa y el apoyo mutuo entre las personas en activo o desempleadas, independientemente del origen que se tenga.

Ha llegado el momento de comenzar a tomar la gestión de nuestras propias vidas.


C.A.O.S Coordinadora de Asambleas Obreras del Sur

jueves, 28 de febrero de 2013

Mirando al ciudadanismo y las mareas con gran recelo...




    Desde c.a.o.s. siempre, desde el primer día del fenómeno 15M y "mareístico", hemos considerado al ciudadanismo con gran recelo.

      http://asambleaautonomazonasur.blogspot.com.es/2011/08/sobre-15-emes-apoliticismos-discurso.html

     http://asambleaautonomazonasur.blogspot.com.es/2012/05/12-m-en-madriz-lleno-absoluto.html


    Reproducimos un artículo de Aurora Despierta sobre el asunto.
    ¡Guerra de clases !

23 F Balance. Ahogando en la marea ciudadana la conciencia y unidad de los trabajadores. Cómo organizar un tsunami por Aurora Despierta.



No he podido abordar la convocatoria del 23 F Mareas hasta ahora porque con mis limitadas fuerzas he debido centrarme en cuestiones que eran para mí más importantes a medio y largo plazo, reflejadas en mis artículos publicados en Kaosenlared. Además, con anterioridad ya había escrito varios textos que podían servir de inspiración para evitar caer en esta trampa del 23 F Mareas.
Sé que con éste me ganaré el rechazo de muchos, pero espero que otros, sobre todo trabajadores/as, aprovechen mi esfuerzo para evitar que vuelvan a engañarles.
No escribo buscando el aplauso de los incautos, ni para promocionarme entre los embaucadores. Me debo a lo que considero la verdadera defensa de los intereses de mi clase, la clase trabajadora, que, consciente de sí (no como ahora), representa los auténticos intereses del presente y futuro de la Humanidad. No me debo a los de una ciudadanía que se somete al explotador régimen asalariado del trabajo capitalista y al “imperio de la ley” del Estado burgués, que a lo más pide cambios superficiales y de fachada, hace el juego a los que buscan cambios gatopardianos, o sea, darnos gato por liebre, “cambiarlo todo para que lo fundamental siga igual”, y que equivocándose de rumbo va derecha a su propia derrota por muchos años.
Que nadie me malinterprete ni falsifique. No puedo estar sino del lado de todos aquellos/as que, de buena fe, se manifestaron el sábado 23 de febrero por las calles de numerosas poblaciones del estado español protestando contra las agresiones del capital y los recortes del Estado burgués, y contra esta farsa de democracia. El mérito del 23 F, hasta dónde haya llegado en la conciencia y espíritu de lucha de los trabajadores/as, corresponde a los participantes, no a la ideología e intenciones de los convocantes, tal como se revela en su comunicado.
Precisamente porque respeto a los manifestantes mucho más de lo que lo hacen los promotores de la convocatoria, es por lo que debo denunciar su planteamiento, y advertir a los trabajadores/as de que están siendo víctimas de una estrategia de manipulación. Y lo voy a demostrar a todos los que queráis conocer la verdad, y por ello estéis dispuestos a leer este texto hasta el final.
No son amigos nuestros quienes nos dan palmaditas en la espalda diciendo “es verdad, que mal lo estás pasando; pero no te preocupes, lucha por esto y lo solucionarás” cuando el objetivo no es el que necesitamos, sino una desviación, un callejón sin salida. ¡Y eso es lo que ha hecho la iniciativa 23 F Marea Ciudadana! Y lo demostraré.
¿Os habéis preguntado por qué la convocatoria del 23 F no ha exigido algo tan básico, en lo que todos los trabajadores/as estamos de acuerdo, como es la ¡Derogación de la Reforma Laboral! y ¡Subsidio digno para todos los parados!?
¿Os habéis preguntado cómo puede ser que en toda la convocatoria no aparezca ni una sola vez el concepto “clase trabajadora”, ni siquiera la palabra “trabajadores” y siempre esa basura terminológica de “ciudadanía” que incluye a los que nos explotan, a los que nos roban, a los que nos reprimen y a todos estos aspirantes a “chupar del bote”?
¿Creéis que esta movilización servirá para conseguir algo? No servirá ni a medio plazo porque no lo pretendía. Por eso los convocantes no levantaron ni una sola reivindicación concreta, importante, decisivas como son: ¡Derogación de la reforma laboral! ¡Ni un parado sin subsidio! ¡Derogación de la Ley de Estabilidad, “madre” y “motor” de todos los recortes, y ruptura con su “padre” el TSCG de la U.E.! ¡Dimisión de los gobiernos comprometidos con estas leyes y Tratado y que no accedan a nuestras reivindicaciones! Sólo pretendían utilizarnos como masa de presión en sus maniobras, y de paso que nos desfogásemos, aliviar presión al sistema y habituarnos a un modo de lucha que no es tal.
¿Por qué todo esto? Aquí van las respuestas. ¿Qué exagero o soy una sectaria? Aquí van las pruebas.
1.- Los que controlan el 27 F Mareas son los pequeños burgueses, no los trabajadores a los que reducen a ciudadanos para mejor engañarlos y explotar
Todo el planteamiento oficial del 23-F Marea Ciudadana pretende ahogar la conciencia de los trabajadores/as, como clase diferente, independiente y contraria a la burguesía y su Estado, en la marea amorfa de la ciudadanía, en la que se mezclan sin distinción desde el trabajador/a con empleo, el parado/a, el funcionario, el autónomo y pequeño comerciante, y de ahí para arriba.
En este revoltijo, quien gana es el nivel de conciencia “mínimo común denominador”, pero, por “unir a todos”, el más elemental, que es el que comparte gran parte de los mitos y mentiras propios de la sociedad capitalista y del Estado burgués “democrático”.
Y ni siquiera es cierto que así se una más gente. Porque la motivación para movilizarse depende también del para qué y si eso vale la pena el esfuerzo en la propia localidad o trasladarse a Madrid; y con objetivos descafeinados, no tanto. Incluso si la movilización fuese más reducida en lo inmediato (lo que no es cierto si se hubiese incluido la exigencia de derogación de la reforma laboral y subsidio de paro para todos), pero su impacto social y ejemplarizante mucho más fuerte por las reivindicaciones planteadas, es mejor eso que una masa mayor para un día sin apenas efectos favorables para los siguientes. A veces, menos es mucho más, porque prima la calidad sin despreciar la cantidad. Y de lo que se trata es de avanzar rápido en fuerza y combatividad uniendo al máximo posible de trabajadores/as.
Así se avanza muy poco y además en la dirección equivocada. Así se pierde un tiempo precioso ante la ofensiva del conjunto de la burguesía europea y mundial (a través del FMI sobre todo, por medio de la Troika) que busca derrotarnos en muy pocos años. El 23 F aporta lo suyo a esa derrota aunque parezca hacer lo contrario.
Antes de pasar a exponer todas las pruebas. A todos los que os dejáis deslumbrar por las movilizaciones, una reflexión importante. Para impedir la derrota histórica, la dinámica, marcha y evolución de las luchas, debe estar a la altura del reto del momento histórico, tanto en cantidad (número de huelgas y huelguistas, de protestas, manifestaciones y participantes, etc.), como sobre todo en calidad (reivindicaciones, formas de lucha y organización, unidad, solidaridad, combatividad, etc.). De lo contrario, más movilizaciones, más votos para la izquierda, pueden acompañar perfectamente un proceso de derrota aplastante. Basta analizar seriamente lo que ocurrió en Alemania antes de la subida de Hitler al poder para que se evaporen todas las ilusiones del espectacularismo y cuantitivismo movilizador y electoral. Traducido, mucho ruido y pocas nueces, mucha agitación y poco dar en el centro de la diana, o correr como pollos sin cabeza. El 23-F Mareas no está ni por asomo, ni tendencialmente, ni potencialmente, en la vía de avance para llegar a la altura del reto histórico de impedir nuestra derrota por la imposición del nuevo régimen económico y social de la Unión Europea bajo el Tratado de Estabilidad (TSCG) y las reformas laborales regresivas. Al contrario, prepara nuestra derrota bajo la apariencia de luchar contra ella. Mil movilizaciones en la línea de 23 F Mareas no evitarán la derrota, sino que nos conducirán directamente a ella. Os lo demostraré. ¡No hay mejor forma de derrotarnos, que el enemigo agite la bandera roja para confundirnos, le sigamos y nos lleve a una encerrona! Quien desee profundizar en esto, lea mi texto “Alertas, es el Proceso de Derrota”, enlace abajo. Y prosigo.
¿Por qué tanto centrarse en el sector financiero y no decir ni pío del capitalismo? El punto de vista dominante en la convocatoria es de los miembros de la clase media de autónomos, pequeños propietarios de negocios, titulados universitarios en paro, y de la clase media asalariada en particular (funcionarios, médicos, profesores, técnicos...). Es típico de este sector social quejarse de los recortes (sueldo funcionarios, impuestos, peor sanidad, educación, inversión en I+D, etc.) porque les afecta como empleados y usuarios de servicios, pero no atacar las relaciones sociales capitalistas, el régimen asalariado del trabajo. Unos centran su atención en la relación que tienen con su contratante, el Estado, pero desligado del sistema capitalista del que forman parte. Todos centran sus ataques en el sistema financiero, no sólo por el coste que supone a todos nosotros su rescate y el pago de la deuda y sus intereses, sino porque eso desvía recursos del Estado de lo que es su fuente de trabajo (funcionarios y empleados públicos, inversión en I+D, etc.), o en el caso de los autónomos, porque ese sistema financiero les ahoga con la falta o carestía del crédito, poniendo trabas a los “emprendedores” de la clase media.
Su ambición por tanto es sobre todo librarse de esta carga y restricción, y servirse del Estado para impulsar las políticas con ese objetivo. Para ello están dispuestos a manipular al resto de los trabajadores/as para que les sirvamos de comparsa o masa de maniobra. Por eso limitan su ataque a “las élites financieras”, nada de cuestionar el régimen asalariado del trabajo, la pequeña y mediana empresa, incluso la gran empresa industrial y comercial; sólo atacar a la banca, que tiene las espaldas muy anchas para aguantar el chaparrón, y servirá de “cabeza de turco”, para desviar del capitalismo los golpes populares.
¿Por qué no se exige la derogación de la reforma laboral y el subsidio para todos los parados? Pues porque los funcionarios no están tan apremiados por este problema, y sobre todo porque a la clase media aspirante a “emprendedora”, le viene muy bien, a la hora de explotar a sus asalariados, las ventajas de la reforma laboral, y que una enorme masa de parados sin subsidio presionen a la baja los salarios y condiciones de trabajo, y se instale el temor al paro entre los empleados. Este es el secreto de tan clamoroso y sospechoso silencio.
Su gran estima por todos los mitos de la “Democracia”, de la participación en el Estado burgués, se debe a que, en el caso de los funcionarios, tienen una especial identificación con el Estado, forman parte directa de él, es “suyo”; y en el caso de los autónomos y aspirantes a “emprendedores”, cuentan con el Estado y la presión popular que manipulan para imponer las leyes que a ellos les benefician.
2.- Una lucha inservible para los trabajadores porque no ataca ni la Reforma Laboral ni la Ley de Estabilidad, y protege la estrategia de la burguesía
De ahí que denuncien a “los mercados”, “sistema financiero”, pero nunca al capitalismo, la propiedad privada capitalista y la explotación del trabajo asalariado. Esa denuncia tan etérea y descafeinada la puede hacer hasta un capitalista que no sea banquero. Los promotores quieren rehuir de todo lo que nos acerque a ese cuestionamiento. Por eso no se denuncia algo tan grave como la escasez y recorte en las prestaciones y subsidios de desempleo, que una buena parte de los parados ni los tengan, y que los objetivos de déficit del Pacto de Estabilidad (inferior al 3%) presionen para que así siga siendo. Por eso no llegan ni siquiera a la conclusión a la que llegamos hoy todos los trabajadores/as que no nos chupamos el dedo: la denuncia y la exigencia de ¡Derogación de la Reforma Laboral! Esta es una reivindicación tan común a todos los trabajadores/as, con tal fuerza para unificar y extender las luchas, que callarla es muy revelador de que los promotores no comparten de verdad nuestros intereses, ni están por que los trabajadores/as marchemos por nuestra cuenta, uniendo y extendiendo las luchas con esa reivindicación.
Cierto que se menciona “el creciente desempleo”, “el ataque…a los derechos laborales y sociales”, pero eso es demasiado genérico, obvio hasta para el más retrasado, y no aporta nada si no se apunta a la diana correcta y con la munición adecuada.
Eliminando estas denuncias se evita que el protagonismo en la lucha pase sobre todo a la clase trabajadora y que se ponga por delante sus intereses comunes en lugar de dispersarla en sus intereses más particulares, locales o corporativos (la marea de tal o cual color), por tanto, potenciar su conciencia de clase única frente al enemigo común.
¡Que a estas alturas se convoquen manifestaciones por toda España y no se aproveche para exigir la Derogación de la Reforma Laboral, y el subsidio para todos los parados, clama al cielo! No cabe mayor desperdicio de nuestro esfuerzo movilizador, prueba de que no están del lado ni de los intereses más inmediatos de la clase trabajadora.
Denuncian los recortes sociales, pero a estas alturas eso es bien poco. No se aporta nada sólo recogiendo el malestar y la denuncia de todos contra esas agresiones, si se oculta de dónde viene realmente el ataque, cuáles son la “armas de destrucción masiva” del enemigo. Los convocantes, junto con el Gobierno, la Confederación de Sindicatos Europeos (CES), CCOO, UGT, partidos de izquierda y otros muchos, forman parte de la conspiración del silencio para ocultaros lo que yo vengo denunciando desde hace tiempo y lo prueba el articulado del Tratado y la Ley, las declaraciones de muchos, y mis análisis detallados: la Ley de Estabilidad (Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera), “hija” del Tratado de Estabilidad de la U.E. (Treaty on Stability, Coordination and Governance in the Economic and Monetary Union; siglas en inglés TSCG), es la “madre” y “motor” de todos los recortes. Como denunciaron 80.000 trabajadores franceses manifestándose en París el 30/09/2012, el TSCG es el Tratado de la Austeridad a Perpetuidad. Sólo deciros, para quienes todavía no lo sepáis que la Ley de Estabilidad es todavía peor que el Tratado.
Para los que todavía no os habéis enterado, ved las pruebas en video http://www.dailymotion.com/video/xu018x_tscg-le-bras-de-fer-commence_news?ralg=meta2-only#from=playrelon-3 , más imágenes en mis textos versión PDF “Ignacio Ramonet…” y “Para Vencer…” enlaces abajo, y mi análisis y en otros, también abajo).
¡Que a estas alturas se convoquen manifestaciones por toda España y no se aproveche para exigir la Derogación de la Ley de Estabilidad y la ruptura con el TSCG, es más, que ni siquiera se aproveche para avanzar en el conocimiento y denuncia de esta ley, clama al cielo! No cabe mayor desperdicio de nuestro esfuerzo movilizador, prueba de que no están del lado ni de los intereses más inmediatos de la clase trabajadora y de los más amplios sectores populares. Es la prueba de que esta gente está interesada en preservar los intereses estratégicos de la burguesía europea, lo fundamental del nuevo régimen económico y social, mucho peor de lo que tenemos ahora. Y en esa Transición estamos, hasta que el TSCG esté plenamente en vigor en 2020 (ahora lo está casi todo, porque ya condiciona toda la política económica, los Presupuestos Generales del Estado, los recortes).
Insisto, si todavía no sabes de lo que estoy hablando, por la cuenta que te trae, por la cuenta que nos trae a todos, hazte y haznos el favor de estudiar los análisis que he hecho y, si buscas, verás que los expertos comparten, aunque también sean víctimas de la maniobra de silencio.
Cuestionar la Ley de Estabilidad y el TSCG es poner en un serio aprieto a la mayoría de los partidos que se ha pronunciado a su favor, aprobando la ley o ratificando el TSCG: PP, PNV, CiU, UPN, UPyD, PSOE.
El silencio es tanto más clamoroso porque el comunicado denuncia la reforma del artículo 135 de la Constitución (gobierno PSOE de la mano del PP, en agosto-septiembre de 2011). Pero sólo la pone en relación con la prioridad al pago de la deuda, cuando esa reforma también incluía y abrió la puerta a los máximos de déficit y deuda pública del Tratado de Estabilidad de la U.E., y a la española Ley de Estabilidad. Son sobre todo esos objetivos de déficit los que ahora y en los próximos años nos irán matando, pero sobre los que no dicen nada porque serviría para unir ya todas las luchas.
Son tan falsos que, después de denunciar el artículo 135 y de no denunciar todas sus consecuencias, ¡son incapaces ni de pedir la derogación del artículo 135 de la Constitución! Entonces ¿para qué llaman a protestar? ¿Sólo para dar nuestra opinión y para que nos desgastemos peleando por objetivos menores en una tarea interminable, porque mantenemos abierta la fuente de todo, el reformado artículo 135, el TSCG y la Ley de Estabilidad? Esto es tan canalla como protestar por el franquismo, pero decir que había que luchar contra tal o cual ley menor, y no por derribarlo.
¡Que a estas alturas se siga callando esto, es parte de la maniobra de ocultamiento de la verdad a la clase trabajadora y sectores populares! Si quieres pruebas, las tienes a montones en mis escritos. Si quieres que te sigan tomando el pelo, no te molestes en leer nada. Pero luego no digas ¡me han engañado, yo no sabía! No, tú no querías saber.
3.- No sirve para unificar las luchas tras objetivos comunes, sino para seguir manteniéndolas aisladas, incluso en las manifestaciones conjuntas
En vez de levantar las mencionadas reivindicaciones comunes a toda la clase trabajadora y sectores populares no explotadores (ellos ya lo son o aspiran a serlo como “emprendedores”), lanzan eslóganes melifluos, auténticas “mariconadas” (con permiso de mis amigas lesbianas) a estas alturas de la feria, como “Por la Democracia, la Libertad y los Derechos sociales”. ¡Chorradas con tal de no exigir algo concreto, que de verdad nos liberará de una enorme agresión, nos hará más fuerte y debilitará a nuestros enemigos! Porque, contéstate tú lector ¿qué prefieres: esas palabras vacías o la exigencia de derogación de lo que nos está machacando y de soluciones para los parados?
Saben que con la actual correlación de fuerzas es imposible la Auditoria de la Deuda y que se declare ilegítima. Puestos a ello, podrían haber denunciado que toda deuda es ya ilegítima porque, bien viene del rescate al sistema financiero o es provocada por el déficit, a su vez causado enteramente por el fraude fiscal de la burguesía, sobre todo de las grandes empresas y fortunas, pero también de la mediana y pequeña empresa.
Piden “Justicia social” pero no la habrá con la reforma laboral y la Ley de Estabilidad y toda su cadena de recortes y nuevas cargas, entre ellas contra el derecho de subsidio de todos los parados.
Piden “Servicios Públicos y Universales” pero no los habrá si siguen en pie la Ley de Estabilidad y el TSCG, que ya ha sido denunciado tanto en Europa, como en España, como en Portugal, como el del desmantelamiento del Estado de bienestar, el beso de la muerte, la “regla de plomo” que nos hundirá.
Piden “Justicia ambiental” pero no habrá verdadera lucha contra el Cambio Climático, con los límites al déficit y a la deuda de la Ley de Estabilidad y el TSCG.
Todo sea con tal de no levantar las reivindicaciones comunes más importantes, relevantes y que de verdad les harán daño como son:
¡Derogación de la Reforma Laboral! -- ¡Ni un parado sin subsidio digno! -- ¡Derogación de la Ley de Estabilidad, “madre” y “motor” de todos los recortes, ruptura con el TSCG de la U.E.! -- ¡Dimisión de todo gobierno comprometido con estas leyes y tratado!
Esta Marea obedece a un propósito más, común a otros procesos en Europa. Encauzar las protestas de modo que la lucha diaria siga aislada antes y después del 23-F, y de que las luchas europeas sigan también aisladas en el marco estatal. Así podrán aislarnos, agotarnos e ir empujándonos a la derrota, como en Grecia.
Antes y después del 23 F las luchas siguen aisladas porque no existen unas reivindicaciones comunes capaces de unificarlas, como sí son las que aquí he planteado. Las diferentes mareas y sus colores (blancas los médicos, verdes los profesores, negras empleados públicos, etc), con sus objetivos específicos, se manifiestan en orden, pero sin objetivos unificadores más que un genérico y engañoso “Contra los recortes y por una verdadera democracia”. Juntas, pero no unidas. Pretender que la reclamación de una Auditoria y los otros propósitos, son capaces de unificar las luchas desde las empresas, centros de trabajo, de estudio y barrios, y sobre todo de aspirar a unos objetivos que derroten la ofensiva de nuestros enemigos, es una tomadura de pelo, porque mantienen en pie lo fundamental: la reforma laboral y la Ley de Estabilidad, y porque supone unos plazos tan largos que no podemos permitírnoslo pues para entonces ya estaremos derrotados. Luchar no es el derecho al pataleo, ni la queja festiva, sino apuntar a objetivos concretos que nos hagan avanzar a nosotros y retroceder a ellos en el tiempo en que lo necesitamos, no cuando ya nos hayan vencido.
Evitando la lucha contra la Ley de Estabilidad y su “padre” el TSCG, se evita levantar la reivindicación común a todos los trabajadores/as europeos (no lo es el impago de la deuda) y por tanto, que se dé un proceso real de unificación de las luchas entre Portugal, España, Francia, capaz de hacer entrar en crisis la Transición al nuevo régimen económico y social de la U.E. La huelga general del 14-N era en gran parte un engaño porque ocultaba el TSCG y eludía esa lucha.
El resultado de las elecciones italianas es una expresión distorsionada del rechazo a los recortes. Si queremos, como vengo demostrando con mis artículos y argumentos, podemos levantar una lucha desde Lisboa a Berlín, pasando por España, Italia, Francia, para acabar con el “padre” y “motor” de todos los recortes europeos, el TSCG.
4.- La democracia en su versión Yupi-yupis, nos lleva a la Transición al poco democrático nuevo régimen económico y social de la U.E.
A esta gente le preocupa mucho el descrédito de esta “democracia”. Por eso, para evitar el desprestigio mayor de la democracia burguesa y del PSOE, silencian sus “armas de destrucción masiva”: la Reforma Laboral, la Ley de Estabilidad y el TSCG.
El nuevo régimen social de la U.E. con su pilar básico del TSCG, será un régimen de democracia recortada a base de desmantelar el “Estado de bienestar”, puño de hierro en las relaciones laborales, y recortes en las libertades con un mayor arsenal legislativo y bélico contra la clase trabajadora y el pueblo. Al no cuestionar ni la reforma laboral, ni la Ley de Estabilidad, quieren salvar e imponer completamente las claves maestras de la Austeridad a Perpetuidad, del régimen del TSCG y de las contrarreformas laborales.
Una democracia con la reforma laboral y la Ley de Estabilidad, con el desamparo de millones de desempleados, es decir, con la dictadura en las empresas, y los recortes brutales en los gastos sociales, es una democracia en el papel, de cartón-piedra. Por mucho que estos post-modernos de diseño la vistan de seda con su “participación”, “iniciativa legislativa popular”, “reforma de la ley electoral”, “división de poderes”, “transparencia”, etc., mona se queda.
Una vez estemos derrotados, más sometidos, acobardados, los únicos transparentes vamos a ser nosotros/as de lo vigilados y controlados que vamos a estar, y la burguesía andará con las manos libres para todo tipo de chanchullos porque no habrá quien les pueda impedir nada. ¿Qué “participación” es esa en la que nos pueden superexplotar en la empresa, despedir, etc., gracias a la reforma laboral; o a cuenta de los objetivos de déficit, no tener derecho a un subsidio de paro; o por cumplir con el TSCG, controlar los Presupuestos Generales del Estado desde la Comisión Europea e imponer todo tipo de recortes para cumplir con los objetivos del déficit y de la deuda, y de no hacerlo, graves sanciones?
Estos listos, cargados de títulos universitarios, de masters del universo, son la combinación perfecta de ignorancia y “astucia” pequeño-burguesa. Muchos viven en el “mundo de Yupi” (en el doble sentido de idealización del mundo y añoranza de los tiempos de los yupis, los jóvenes profesionales especialistas en los negocios de enriquecimiento rápido) haciendo propuestas que parecen globos de colores en medio de un bombardeo.
Nos recuerdan en la convocatoria las manifestaciones posteriores al 23-F de 1981. El 23-F y aquellas manifestaciones sirvieron para engancharnos al “rey que nos ha salvado del golpe”, bendecir definitivamente la Transición, la Constitución y la democracia burguesa con la que nos han explotado y conducido hasta esta situación. Así que no hay motivos para celebrarlo, salvo que queramos engañar, como entonces, a la clase trabajadora y el pueblo.
Y eso tiene sentido. Porque esta gente, en realidad está trabajando para la Transición al nuevo régimen económico y social de la U.E., pero haciéndole un “lavado de cara”. Claman por una “verdadera Democracia”, pero no habrá tal si sigue en pie la Reforma Laboral y la Ley de Estabilidad, y esas son para ellos intocables.
Todo esto en el fondo forma parte de una Marea: la que está preparando la salida del régimen de la Transición en quiebra, a la Transición más ordenada al nuevo régimen económico y social de la Unión Europea del Tratado de Estabilidad (TSCG), cabalgando, encauzando y llevando a callejones sin salida el descontento y la protesta popular.
Al contrario de lo que dice el título y contenido de la convocatoria, es imposible una verdadera democracia para la clase trabajadora y los sectores populares no explotadores mientras exista el capitalismo y esté en pie el Estado burgués. Puede haber ciertos niveles de democracia, de libertades, pero nunca lo que de verdad necesitamos los trabajadores/as para ser ciudadanos totalmente libres y soberanos de nuestro destino, es decir, liberados del régimen asalariado del trabajo y de la miseria del paro ocasionada por ese mismo régimen. Quien diga lo contrario, falta a la verdad, por inconsciencia, ignorancia o puro engaño.
A los convocantes, más que una verdadera democracia (solo puede serlo desmantelando el Estado burgués), lo que les interesa es que no se desacredite del todo la actual democracia, es decir, la democracia burguesa, y ponerla más en consonancia con los intereses de cierta clase media. Es a eso a lo que se refieren con un “Estado Social y de Derecho”, pero con el régimen social capitalista y el derecho burgués, por supuesto. Y ese capitalismo, ni siquiera en los países ricos puede prometernos una nueva tanda de años 50 y 60 del siglo pasado, sino más austeridad, más pobreza, más miseria, de la mano del TSCG sobre todo.
¡No os dejéis engañar por las palabras bonitas! En la actual Constitución las hay a patadas y ya sabemos para qué sirven: para darnos de patadas.
No me extenderé. He escrito ya más de un centenar de páginas dedicadas a todo esto en un montón de análisis detallados y artículos varios, publicados todos por Kaosenlared.
5.- El oportunismo y la incompetencia de los que se dicen revolucionarios
En vez de afrontar directamente todo esto, algunos de los que se dicen revolucionarios, con su participación acrítica han contribuido a la maniobra de engaño, y son incapaces de presentar una alternativa para la verdadera unificación y avance de las luchas. Deplorable.
6.- Aprendamos la lección para no volver a caer en los cantos de sirena de los “ciudadanistas”
Atiende a esto si no quieres volver a hacer el papel de tonto útil al que pasean con este tipo de manifestaciones creyendo que antes o después servirán para algo bueno para nosotros, cuando en realidad estás perdiendo un tiempo social y político precioso ante la ofensiva conjunta de la burguesía europea y mundial, y colaborando en tu propia derrota histórica por muchos años con la instauración de un régimen mucho peor en la Unión Europea.
El 23 F Marea Ciudadana Unida, ha sido un golpe contra la conciencia de la clase trabajadora y la verdadera unificación y extensión de las luchas. Tras la marea, viene la marea baja de vuelta a cada lucha aislada en su sector, etc., sin capacidad de unificarse porque les faltan reivindicaciones comunes. En tanto, la burguesía y el Estado han soltado presión a la olla social gracias a la válvula de escape del 23 F, haciéndonos perder, en planteamientos erróneos, un tiempo precioso y energías. Ha quedado en evidencia que ni siquiera el PP se ha asustado por este 23 F, a pesar de la situación tan delicada en la que se encuentra el país, las perspectivas económicas, el desprestigio del régimen. Muy diferente habría sido si se hubiese exigido la derogación de la reforma laboral y la Ley de Estabilidad. Por eso, el 23 F Marea Ciudadana Unida, en el fondo es un golpe del Estado y el capital contra la conciencia de la clase trabajadora, como lo fue la respuesta democrático-juancarlista tras el 23-F de 1981.
Esto es lo principal y no que se hayan producido movilizaciones. No debemos dejarnos engañar por los resultados a corto plazo, sino tener en cuenta, las consecuencias a medio y largo plazo a causa de una maniobra de manipulación de nuestra clase y el pueblo. Todo esto forma parte de la misma dinámica ciudadanista tramposa ya conocida en el 15-M y en el 25-S.
La victoria no vendrá de la mano de mareas ciudadanas, recogida de millones de firmas, iniciativas legislativas populares, etc., sino ante todo de la unificación y extensión de huelgas, protestas, manifestaciones, huelgas locales, regionales, estatales y europeas, con reivindicaciones comunes que disparen a la línea de flotación de la estrategia conjunta de la burguesía europea. Y para organizar esto, no podemos dejarlo en manos de los sindicatos, debemos tomar la iniciativa desde las asambleas en los centros de trabajo, estudio, barrios. Todo lo demás, es sobre todo crear ilusiones, pérdida de un tiempo precioso, sembrar el camino a la derrota.
La verdadera unificación y extensión de las luchas pasa por las empresas, centros de trabajo y estudio, barrios populares, en base a las reivindicaciones compartidas, y en especial con estas grandes reivindicaciones comunes a toda la clase trabajadora y sectores populares no explotadores, tanto en España, como en Europa:
¡Derogación de las reformas laborales regresivas! -- ¡Ni un parado sin subsidio digno! -- ¡Derogación de la Ley de Estabilidad, “hija” del TSCG de la U.E., “madre” y “motor” de todos los recortes, austeridad y pobreza a perpetuidad antes y después de 2020! -- ¡Derogación de la reforma del artículo 135 de la Constitución y ruptura del TSCG! -- ¡De Lisboa a Berlín al TSCG daremos fin! -- ¡Dimisión de todos los gobiernos comprometidos con esas leyes y Tratado!
¡Si el capital y su Estado nos impiden trabajar, también tenemos derecho a vivir: ni un parado sin subsidio digno! -- ¡Somos trabajadores. No será la ciudadanía la que nos libre de la explotación de la plusvalía, sino la superación del régimen asalariado del trabajo y su ciudadanía burguesa! --- ¡PASA ESTE ARTÍCULO, evita que otros vuelvan a caer en la trampa!

miércoles, 27 de febrero de 2013

Jornada de Lucha en defensa del empleo y los Servicios Públicos en Alcorcón [3 de marzo]


Jornada de Lucha en defensa del empleo y los Servicios Públicos en Alcorcón [3 de marzo]

      A febrero de 2013 la situación de inseguridad para l@s trabajador@s del Ay-untamiento de Alcorcón es un hecho consumado. Frente a un Alcalde que firma un acuerdo con los sindicatos comprometiéndose a no despedir a nadie en toda la legislatura a cambio de la renuncia por l@s trabajador@s a una paga, anunciarlo a bombo y platillo para tan solo 1 año después darle la patada a 55 interin@s.
      Este personaje, que rendido a los pies del magnate americano, ese que promete el paraíso y que solo vende humo, debe mostrar mano dura con los que según él somos los causantes de la situación de ruina del Ayto.
para ofrecer Alcorcón como apuesta segura al capital más destructivo.
      El modelo que propugna para Alcorcón es ladrillo, trabajo precario y especulación en contraposición al empleo y servicios públicos de calidad. Más empresas privadas realizando servicios que salen más baratos con gestión pública, si no que enseñen las cuentas, que es muy fácil saber cuánto cuesta uno y otro modelo. Cuánto cobran l@s trabajador@s por realizar el mismo trabajo y que coleguilla suyo se lo lleva muerto sangrando al municipio, invirtiendo menos y pagando menos aún a l@s trabajador@s.
      Mientras las cuentas municipales sean opacas no se descubrirá el pastel, si el Ay-untamiento presume de ser el 3º más transparente de la Comunidad de Madrid es porque en el reino de los cieg@s quién tiene un 2% de visión es el Rey.
      No es momento de que l@s trabajador@s escondamos la cabeza pensando que nos libraremos de ser los siguientes, es hora de que el Alcalde escuche alto y claro que no aceptamos sus injusticias.
      Todos sabemos porque está ahí, es el sobrino político de Esperanza Aguirre que ha venido de fuera para vender todo el pueblo, cuando no quede nada se dará la vuelta y se irá a alcanzar metas más altas, como el ex-alcalde del vecino Móstoles.

¡¡Por la Readmisión de l@s 55 Despedid@s!!


Los Servicios Públicos no se venden, 
se defienden.
Nada para la privada

lunes, 4 de febrero de 2013

Un año de Reforma Laboral - 10 de Febrero 2013.

     Nada que celebrar. Mucho que pelear.

























Se cumple ahora un año desde que se publicó el texto de la “Reforma (o expolio) Laboral”: Una vuelta de tuerca más en la precarización de las condiciones laborales que veníamos sufriendo consecuencia de las anteriores. En ésta se han modificado sustancialmente los derechos de los trabajadores con la excusa de “la creación de empleo”, o más bien de “desempleo”, pues nos ha llevado a 6.000.000 de parados. La Reforma Laboral ha facilitado el despido de 700.000 trabajadores en 2012. Y si todavía crees que todo esto no va contigo, conviene recordar algunos de los aspectos más destacables que están vigentes:
DESPIDOS MÁS BARATOS PARA TODOS.
La indemnización por despido improcedente pasa a ser 33 días/año, con un máximo de 24 mensualidades. También para los contratos firmados antes del 11/2/2012.
DESPIDO POR CAUSAS OBJETIVAS.
Se facilita el despido por causas objetivas (con indemnización de 20 días/año, con un máximo de 12 mensualidades). Si la empresa tiene una caída de ingresos o ventas durante 3 trimestres consecutivos se considera que “hay causas objetivas”.
TRABAJOS FORZADOS PARA LOS PARADOS.
La prestación por desempleo obliga a prestar servicios sociales. Se propone Plan especial de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social que impulsa que los desempleados realicen “servicios de interés general” con la excusa de combatir el fraude. Además, se criminaliza al parado.
ENFERMAR TE PUEDE COSTAR EL DESPIDO.
Si un trabajador tiene 9 días de baja por enfermedad en 2 meses la empresa puede despedirle “objetivamente” (es decir, con 20 días). Además se da más poder a las mutuas para controlar las altas y bajas de los trabajadores.
NUEVO CONTRATO “CHOLLO” PARA EL EMPRESARIO.
Se crea un contrato para PYMES y “emprendedores” (como ahora se llama a los patrones) que combina el cobro del salario con el cobro de paro. El empresario se puede ahorrar un 50% de la prestación que debe cobrar el trabajador. El periodo de prueba de este contrato será de ¡un año!.
LIQUIDACIÓN DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA.
Los convenios de empresa prevalecen sobre los sectoriales. Se facilita el “descuelgue” del convenio para empresas “en dificultades” (con una definición muy amplia de lo que pueden ser esas “dificultades”). La ultraactividad de los convenios se limita ahora a un año.
ERE'S SIN AUTORIZACIÓN ADMINISTRATIVA.
Los EREs NO necesitan autorización administrativa. ERES también para Administraciones Públicas: El personal laboral de la Administración puede ser despedido con indemnización de 20 días/ año trabajado, cuando se produzcan dos trimestres de "insuficiencia presupuestaria". Y como los presupuestos los hacen ellos: reforma+recortes+privatización= 219.000 empleados públicos despedidos en un año.
FLEXIBILIZACIÓN DE LAS CONDICIONES DE TRABAJO.
Los empresarios tienen la posibilidad de no respetar los acuerdos alcanzados durante la negociación colectiva. Pueden cambiar las condiciones laborales del trabajador en aspectos como movilidad geográfica, horarios, sistemas de rendimiento, etc. Si el trabajador se niega supone un despido objetivo con indemnización de 20 días/año y 12 mensualidades máximo. TODO EL PODER A LA PATRONAL.
Además se crea un nuevo “contrato de formación” que subvenciona el empleo precario para las empresas, se da la facultad de hacer horas extras a los trabajadores a tiempo parcial (absurdo), se dan nuevas subvenciones a la empresa...en definitiva, ellos crearon la crisis y ahora quieren QUE LA PAGUEMOS NOSOTROS.
SI NO LUCHAS POR TUS DERECHOS NADIE LUCHARÁ POR ELLOS.
CONTRA LA REFORMA LABORAL, HUELGA GENERAL
BLOQUE UNITARIO HACIA LA HUELGA GENERAL


sábado, 2 de febrero de 2013

Artículo desde la comprensión, hacia la lucidez.




Clase media, partitocracia y fascismo.

El tema de la partitocracia no ha sido seriamente estudiado ni por la sociología académica ni por la crítica “antifascista” del parlamentarismo moderno, y eso a pesar de que la crisis de los regímenes autoproclamados democráticos haya desvelado su realidad específica en tanto que sistema autoritario con apariencias liberales donde los partidos, y mucho más sus cúpulas, se abrogan la representación de la voluntad popular a fin de legitimar su acción y sus excesos en defensa de sus intereses particulares. No debe de extrañar el hecho, pues al igual que sucedió con la burocracia de partido único en los regímenes estalinistas y fascistas, la clase política conformada por la partitocracia existe en la medida que oculta su existencia como clase. Como apunta Debord, “la mentira ideológica de su origen jamás puede revelarse.” Su existencia como clase depende del monopolio de la ideología, leninista o fascista en un caso, democrática en el otro. Si la clase burocrática del capitalismo de Estado disimulaba su función de clase explotadora presentándose como “partido del proletariado” o “partido de la nación y la raza”, la clase partitocrática del capitalismo de Mercado lo hace exhibiéndose como “representante de millones de electores”, y por lo tanto, si la dictadura burocrática era el “socialismo real”, la suplantación partitocrática de la soberanía popular es la “democracia real”. La primera ha tratado de apuntalarse con la abundancia de espectáculos rituales y sacrificios; la segunda lo ha hecho con la abundancia de viviendas y de crédito para poseerlas. Sendas abundancias han fracasado.
Para comprender el fenómeno de la partitocracia hay que remontarse a sus orígenes históricos, cuando el caciquismo deja de ser operativo debido a la pérdida de poder de las oligarquías locales en favor del Estado. En un momento determinado de desarrollo capitalista, aquél en el que la burocratización juega un rol central en la historia, la administración partidista sustituye al paternalismo de los terratenientes y de la alta burguesía. El susodicho fenómeno hay que enmarcarlo entre la degeneración extrema del parlamentarismo, la concentración del capital, la degradación de las organizaciones obreras, la expansión del Estado y la profesionalización total de la política, hechos intensificados en la posguerra mundial. Podíamos también aludir a los vaivenes imperialistas, a la guerra fría, al “eurocomunismo”, a los procesos de modernización tecnológica y a la crisis energética, como otros tantos condicionantes de la fusión de la política, el Estado y el capitalismo nacional. Pero la patrimonialización del Estado por una clase política no alcanza su cenit y, por lo tanto, no desempeña un papel crucial, más que cuando proclama como objetivo único el crecimiento de la economía autónoma, es decir, el abandono del nacionalismo económico en pro del desarrollo mundial del Mercado. Entonces la clase política, apoyada en una extensa clientela creada con fondos y empleos públicos, se convierte en parte de la clase dominante. En una nueva burguesía, si se quiere. No es una clase subalterna, ni es toda clase dirigente (salvo en China); tampoco se trata de una clase nacional. Precisamente, cuando se internacionaliza deviene un elemento fundamental en las relaciones de producción impuestas por la globalización financiera. La partitocracia suprime la contradicción entre intereses nacionales e intereses globales al recrear en todas partes las mismas condiciones políticas óptimas para la expansión de la economía; por un lado, forjando al mismo tiempo una extensa red clientelar; por el otro, desactivando las protestas que emanan de la sociedad civil y aportando la violencia institucional allí donde falla la violencia económica. La economía no funciona sin el orden, y la partitocracia es, si no exactamente el orden, es un desorden que funciona en beneficio de la economía. Es el desorden establecido.
Bien que en un caso estamos ante un sistema abierto y competitivo que utiliza procedimientos electorales y, en el otro, ante un sistema cerrado y rígidamente jerarquizado donde los nombramientos no necesitan legitimación pública, en los últimos tiempos no es raro la comparación, incluso la asimilación, de la partitocracia con el fascismo. Ambas son formas autoritarias de gobierno que surgen tras los retrocesos y derrotas del proletariado, en el subsiguiente proceso de masificación y desclasamiento que dará lugar a una nueva clase media conformista y aquiescente. Las dos nacionalizan bancos en ruina y tienen un momento “plebeyo” inicial que estipula el “derecho al trabajo” y al “bienestar”, bien apuntalando determinados sindicatos o bien creándolos ad hoc para usarlos como interlocutores, momento que finaliza tan pronto como la clase obrera es domesticada y disuelta. La conversión del proletariado en una infantería pasiva de los sindicatos institucionales, sin ninguna conciencia de clase ni deseo de transformación social, es fundamental para la puesta en marcha de contrarreformas laborales; después se pedirán esfuerzos depauperadores a las clases medias. Fascismo y partitocracia basan su éxito en someter los antagonismos sociales al mito del Estado, pero donde hay Estado, la libertad está supeditada a la Razón de Estado, o sea que no existe. Por eso la clase política ha de consolidar y conservar su status suprimiendo los fundamentos liberales que la habían hecho posible. Se empeña en que la sociedad civil proletarizada no se constituya al margen del sistema y le dispute espacios, pero bajo el fascismo, en tanto que defensa extremista de la economía, se recurre a la brutalización de la vida pública, mientras que bajo el sistema parlamentario de partidos, en tanto que defensa modernizante, se emplea de preferencia la seducción consumista y la corrupción. Las dos maneras son respuestas costosas a la crisis capitalista puesto que necesitan mantener una creciente población improductiva que lleve a cabo una renovación, una movilización y un trasvase de recursos fuera del alcance del Mercado. Pero el fascismo es una respuesta arcaica y dura, y la partitocracia, una respuesta más envolvente y racionalizada. Son maneras de organización política del gran capital, diferentes de los regímenes antiguamente llamados “bonapartistas” -haciendo referencia a la dictadura populista implantada en Francia tras una victoria electoral por Luis Napoleón, como el del mariscal Pétain, también en Francia, el del general Perón en Argentina o el chavismo. Partitocracia y fascismo poseen una base social concreta, la pequeña burguesía, los empleados y el proletariado desclasado en el segundo, y la clase media asalariada y los obreros sindicalmente amaestrados en el primero.
La psicosis colectiva generada por la ausencia de ideales de clase, la desmoralización y el miedo a la crisis, hacen que dicha base crea en milagros, y se disponga a someterse, no sin patalear, a toda clase de medidas restrictivas. El desastre de la globalización hace que la dominación reclame una economía de guerra. Y aquí comienzan las diferencias: el fascismo se produce en un marco nacional, de ahí sus planes autárquicos, las empresas mixtas, los trabajos públicos como solución del paro y su nacionalismo expansionista. La partitocracia se desarrolla en un contexto neoliberal, por lo que su planificación nacional obedece las directrices económicas del capital internacional y su política exterior se supedita a la estrategia diplomático militar del gran Estado gendarme del capitalismo, los Estados Unidos de América. De ahí sus planes de infraestructuras, los consorcios mixtos de las metrópolis-empresa y el uso del “bienestar” como distribución discriminatoria de favores clientelares. Al contrario de lo que sucede con el fascismo, en la partitocracia la utilización del aparato burocrático con fines privados está descentralizada; ocurre en cualquier nivel de la administración y no solamente en las altas esferas ministeriales. La partitocracia no necesita estatizar ningún medio de producción, aunque sí puede darse el caso de intervenir en los medios financieros, pero siempre más en pro de los fondos de inversión internacionales que para salvar la empresa o la propiedad privada autóctona. Se mueve siempre en la esfera de intereses que superan a los estatales y locales, aunque no los anulen puesto que son los de su parroquia. Cierto es que se sirve del miedo como instrumento de gobierno, pero no para imponer una política de terror, sino una política de resignación. Para la partitocracia, los terroristas son los otros, sus enemigos violentos o tranquilos que intentan reconstruir la sociedad civil desde la disidencia, y se emplea a fondo con ellos, aunque en condiciones normales prefiera disolver los antagonismos de clase en lugar de criminalizarlos y aplastarlos, escogiendo la compra de líderes por cooptación al uso de la fuerza, y la tecnovigilancia al internamiento político. El fascismo no admite la excepción, mientras que la partitocracia tolera minorías hostiles con tal de que no se vuelvan problemáticas. La comunidad ilusoria definida por el fascismo de la que hay que formar parte por la fuerza es la de la raza o la nación que necesita un espacio vital, mientras que la comunidad partitocrática es la ciudadanía votante que completa sus necesidades espaciales con el turismo. Carece del gran problema de las dictaduras terroristas de partido único, que es la guerra contra las naciones vecinas. En virtud de los tratados internacionales que establecen la circulación libre de capitales, la expansión de la economía nacional no choca con aranceles ni barreras aduaneras, pudiéndose extender y hasta deslocalizar por el mundo sin necesidad de operaciones bélicas, salvo las exigidas por el control de las fuentes de energía. En consecuencia, las políticas “de defensa” de los sistemas partitocráticos no agotan las reservas nacionales en la fabricación de armamentos, ni condenan al hambre a la población sometida (como pasaba por ejemplo en la URSS y pasa hoy en Corea del Norte.) Tampoco la torturan con discursos y constantes manifestaciones de adhesión: la publicidad de la mercancía es más eficaz a la hora de la movilización que la ideología. Por eso los fascismos y totalitarismos han resultado fallidos casi siempre y se han desmoronado víctimas de sus insuperables contradicciones. Con frecuencia has sido sustituidos por regímenes partitocráticos más o menos imperfectos, es decir, más o menos mafiosos, según la presencia débil o fuerte de mecanismos reguladores, e inversamente, según la presencia fuerte o débil del personal del régimen anterior. Alemania, Suecia o el Reino Unido podrían ser ejemplos de partitocracias autorreguladas, y España, Italia o Rusia, de partitocracias corruptas. Tal reconversión se ha aprovechado de la derrota definitiva del proletariado revolucionario, nunca compensada con nuevos avances que reanimaran la discusión y el debate social e hicieran posible el retorno de un movimiento obrero radical e independiente.
Podemos aceptar que la partitocracia no es fascismo, aunque se asemeje a él en algunos aspectos -sobre todo en la forma bipartidista- pero es más cierto que tampoco es democracia, ni siquiera “democracia enferma”: en ella no existe separación de poderes, ni debate público, ni control, ni mecanismos formadores de la opinión. Es un tipo moderno de oligarquía desarrollista que funciona bien sin crisis. Las partitocracias se ven cuestionadas por su base social debido a que su supeditación al sistema financiero la perjudica, pero no hasta el punto de apelar a procedimientos revolucionarios, ya que su iniciativa no va más allá de la reforma electoral, del control de la Banca y de la demanda de inversiones. Las clases medias descontentas no rechazan el sistema partitocrático, simplemente exigen unos partidos más acordes con sus intereses y un Estado más keynesiano que solucione el problema del paro y del crédito; por consiguiente, sus armas siguen siendo la recogida de firmas, las movilizaciones por delegación, pacíficas y espaciadas, los votos y los recursos ante los tribunales. Así pues, las clases medias (entre las que cabría el proletariado inconsciente, disperso y desmoralizado) no persiguen un enfrentamiento con las instituciones partitocráticas, sino una mayor apertura de las mismas a un frente de terceros partidos y asociaciones. Una bautizada “democracia participativa.” Quieren estar correctamente representadas en el régimen, por lo que mojarán la pólvora para que no explote. No obstante, cuando las instituciones dejan de funcionar por un exceso de endeudamiento, fruto de la corrupción o de una simple mala gestión prolongada, se produce esa circunstancial desafeccción que, al aislar a la clase política –la cual, no lo olvidemos, incluye a la burocracia obrera- obliga la partitocracia a endurecerse aproximándola al fascismo, y más con el temor que inspira una verdadera oposición “antisistema”. Pero su instinto de supervivencia hace que no apacigüe el descontento limitándose a la legislación punitiva y las fuerzas antidisturbios, y haga leña de cualquier madera: los partidos y sindicatos alternativos, las coaliciones electorales y las plataformas cívicas, los movimientos sociales y vecinales. Así, uno se duerme en una asamblea de “indignados” y se despierta votando a Izquierda Unida o a Los Verdes. Y mientras tanto, la clase política, el verdadero Partido del Estado, salva su modus vivendi, o como ella lo llama, la “gobernabilidad”, gracias a una complicación pasajera del mapa político y unas puertas entreabiertas a la participación “transversal”.
La partitocracia se consolidó por el apoyo de las clases medias, que gustan de autodenominarse “ciudadanía”, pero no se corresponde con el gobierno de dichas clases; es, por el contrario, el gobierno absoluto del capital globalizado. Al estar demasiado fragmentadas, las clases medias son incapaces de una política independiente y, tanto en épocas de bonanza como en épocas de crisis, se acomodan con las políticas desarrollistas que marcan los dirigentes de la alta burguesía ejecutiva. Pero algo han de decir cuando sus intereses son echados por la borda. La protesta ciudadana, de la que el izquierdismo vanguardista no es más que una versión arcaizante, es su manera de manifestar el desencanto con los “políticos” y los parlamentos. Que no espere nadie ver transformarse las reivindicaciones “democráticas” consabidas en reivindicaciones socialistas. Que tampoco nadie espere encontrar en las propuestas ecologistas una defensa del territorio. No se piden más que reformas; sin embargo, la partitocracia no puede reformarse, sólo cabe derribarla, y eso es precisamente a lo que las clases medias no se atreven. No está en su naturaleza. Si se concentraran fuerzas históricas suficientes para destruirla, es decir, si se profundizara la crisis social hasta la ruptura, una parte de la clase media las seguiría, mientras que la otra abrazaría la dictadura o el fascismo y, entonces, el comunismo o socialismo revolucionario se jugaría a doble o nada. Por desgracia, como lo demuestra la ausencia de mecanismos populares de autoorganización, esas fuerzas no existen.
Cualquier análisis serio de la partitocracia debe tener en cuenta las relaciones entre la clase dominante, incluida la clase política, las clases medias y los movimientos contrarios al sistema. La clase dirigente debe asegurar la conexión con las clases medias mediante el Partido del Estado, neutralizando cualquier oposición resuelta que se forme directamente desde la contestación social. Si ello no sucediera y las protestas se convirtieran en revueltas, la clase dominante abandonaría los métodos pacíficos y conservadores en pro de tácticas propias de la guerra civil, acallándose los lamentos ciudadanistas y transformándose la clase política en partido unificado del orden. Cuando la clase dominante entra en conflicto con la democracia parlamentaria formal tratará de salir mediante leyes de excepción y estados de sitio encubiertos, como ha venido haciendo hasta ahora. Esa es la verdadera función de la clase política y la burocracia obrerista en momentos de crisis aguda. La clase política o Partido del Estado está para hacer innecesario el siempre arriesgado recurso al golpe militar o al fascismo, pues ella ha de bastarse y sobrarse para hacer de gendarme del capital mundial manteniendo las mínimas apariencias de legitimidad parlamentaria. Conviene repetir que las clases medias no constituyen exactamente una clase, sino un agregado variopinto de fragmentos sociales, maleable y versátil, por lo que están condenadas a seguir siendo hasta el fin una herramienta del capitalismo. No pueden escapar a las alianzas de emergencia con la clase dominante, puesto que necesitan una “dirección” y no hay otra clase capaz de dársela. Por otra parte, las clases medias temen más a la anarquía popular, a la violencia de masas, al anticapitalismo o al desmantelamiento del Estado, que a los impuestos, a los recortes o a las privatizaciones. Están irritadas con los políticos, con el parlamento y con el gobierno, pero todavía creen en los jueces, en la prensa, en los funcionarios y las ONGs, en la sanidad y la enseñanza públicas, en la ciencia y el progreso. Están sentadas sobre dos sillas inestables, pero ante una alternativa demasiado pronunciada se aferrarán a los tópicos ciudadanistas del orden antes que aventurarse por los inciertos caminos de la revolución social. No será así en todos los casos, pero sí en la mayoría. Al menos en un principio, cuando la clase dominante y el sistema partitocrático tengan las de ganar. Su papel histórico es subalterno, nunca determinante. El sujeto subversivo no surgirá de ellas, ni encontrará en ellas sus ilusiones y su ser. Hemos apuntado la posibilidad de que de la plena descomposición del capitalismo pueda emerger una clase “peligrosa” dispuesta a cambiar la sociedad de arriba abajo y a eliminar el régimen político imperante. Esta clase negativa habrá de rechazar la ideología ciudadanista tanto como la política profesional mistificadora que hacen los partidos, pues su condición de existencia impone una estrategia disolvente y un proceder independiente e igualitario. Si eso llega a suceder, la cuestión de la clase media se resolverá por sí sola.
Es muy difícil pensar estratégicamente después de una serie de derrotas decisivas. Los nuevos rebeldes persisten en ignorar la derrota de sus predecesores, pues cuanto mayor ha sido la destrucción del medio obrero y el progreso de la domesticación, mayor es la desorientación y la impotencia en vislumbrar una nueva perspectiva. La historia social registra un gran número de derrotas suplementarias como resultado de una mala evaluación de la derrota principal, en este caso la del proletariado en los sesenta y setenta, empeorada con los intentos de ocultarla o de ignorarla. Tampoco parece que influyan las transformaciones del capitalismo provocadas por la globalización, la crisis energética o la urbanización generalizada. En la guerra social este tipo de comportamiento lleva a la aniquilación de fuerzas, al compromiso efímero y al sectarismo vanguardista y aventurero. Resulta paradójico que quienes más partidarios son de una memoria histórica completa sean los más desmemoriados. Y que quienes se autodenominan la pesadilla del poder no sean más que la facción indisciplinada y extremista de las clases medias en ebullición. A lo largo de la historia las crisis sociales han conducido a situaciones explosivas, pero en una atmósfera de confusión y en ausencia de una conciencia clara, las crisis solamente agravan el proceso de descomposición. La mentalidad nihilista y el oportunismo ocupan el lugar de la conciencia de clase, trabajando contra la formación de un sujeto revolucionario, y fomentando subsidiariamente en las masas oprimidas sentimientos de frustración y de indiferencia. En los medios superficialmente contestatarios faltan análisis serios que destapen las raíces de la cuestión social. El atroz contraste con la realidad tozuda y triste de los ridículos tacticismos obreristas e insurreccionalistas, por no hablar de los todavía más penosos montajes lúdicos o estéticos, induce a la pasividad, no a la radicalización. No puede haber radicalización sin toma de conciencia, y no hay toma que valga si no se ha evaluado críticamente el pasado. Solamente con buenas intenciones, rabia y escenografías no se va a ninguna parte. Desgraciadamente estamos en los comienzos de una revisión crítica. El capitalismo continúa venciendo sin encontrar demasiada resistencia. Y el bando de los vencidos continúa sufriendo las consecuencias no asimiladas de sus derrotas.

Miguel Amorós